DEL LIZARD AL
LONDON
(1ª parte)
Luigi Dall’ Ava
Italia
Ornitológica 1991.
Este artículo me parece muy interesante
por la visión que da. Recuerdo a los
aficionados e interesados en esta raza que consulten los diversos artículos
aparecidos en este blog.
El
London sin velos.
Hablar
del London es un poco como intentar hablar de la Arabia Feliz. Este canario
desapareció hace tiempo y lo que queda de él son dibujos del mismos y vagas
descripciones, pero siempre envuelto en el misterio de su origen. Su origen ha
suscitado no poca curiosidad, suscitando gran preocupación por su cambio de
color, la cual no tiene igual en ninguno de las otras razas de canarios.
Era un canario amarillo con las alas y
la cola oscura, pero los jóvenes eran todo oscuros, muy parecidos a los jóvenes
Lizard, su característico diseño aparecía solo después de la primera muda. En
las mudas sucesivas, las rémiges y timoneras se vuelven claras, tanto que un
London de más de dos años, fenotípicamente parecía como un canario amarillo.
Algunos le definen como un canario
fantasma, otros como irrealizable y los más escépticos han llegado a la
conclusión de que un canario como ese no ha existido nunca.
Hoy tengo el placer de anunciar que la
Arabia Feliz se ha encontrado y que está resurgiendo de sus cenizas. Se cuanto
escepticismo e incredulidad suscitará esta declaración; se que no es el
producto de una fantástica teoría o de un milagro y que lo garantizan años de
experimentación con resultados positivos hasta la fecha.
El principio del London se conoce ahora.
No
pecaré de presunción diciendo que el misterio se ha puesto al descubierto. Puedo
decir que el misterio ha perdido una buena parte de sus velos; de hecho, han
sido descubiertos los elementos que promueven la transformación de color,
típica del London, y podemos hablar de ellos en términos más técnicos y
teóricos.
La historia de este descubrimiento
comenzó hace muchos años, en el 1962, cuando se me sugirió la posibilidad de
reconstruir el London a través de la hibridación con el Spirtus Tristis, bastante común en el país en el que me encontraba:
Canadá.
El diseño del London existe ya en la
naturaleza.
La idea parecía buena y desafiante, no tanto por el
objetivo de la reconstrucción de una raza extinta, como por poder por fin investigar a cerca de los componentes que
desarrollan los cambios de color en las plumas.
En mi peregrinar por los bosques de Canadá me detenía a
menudo a admirar la suntuosa belleza y el diseño del Tristis y del Tangara
Scarlata, verdaderas antorchas de luces
entre el verde de los pinos, e inspirado en los modelos de la naturaleza,
soñaba poder reconstruir nuestro antiguo canario, obra perfecta de luces y
sombras.
Lipocromo,
melanina y proteína.
En
los años 60 estaban de moda las razas de canarios rojos, y muchos participaron
en esta competición con la firme convicción de obtener antes o después el
éxito. Las teorías de aquel momento suponían
que el rojo (procedente del Cardenalito) estaba compuesto de una única
sustancia, un lipocromo vagamente identificado, que estuviese concentrado en
toda su pureza, para lo que había que eliminar toda la melanina.
En oposición a esta teoría que
considero que tiene una grave miopía, yo me orientaba al estudio de las
carotenoproteínas, impulsado por la sospecha de que debía existir una relación
directa entre la melanina y el lipocromo en la formación del color.
El rojo del cardenalito no puede
manifestarse plenamente en los canarios de fondo claro.
Como
en la naturaleza el fondo claro no existe, estoy convencido que la pretensión
de obtener el color con métodos diferentes de los utilizados por la naturaleza,
es del todo ilusoria.
¿Qué son las carotenoproteínas? Los textos de biología
proporcionan indicaciones bastante genéricas, y en cuanto a su exacta
composición sabemos muy poco.
La unión de una proteína al lipocromo
tiene efectos inmediatos sobre el color.
La propia definición indica la naturaleza del compuesto,
es decir, Ia unión de un carotenoide (lipocromo) a una base de proteínas. Esta
unión tiene consecuencias muy importantes sobre el color por causas físico
químicas. A lasa carotenoproteinas se le atribuyen los prodigiosos colores de
las plumas. Si la base de proteínas se destruye o de algún modo se altera o se
sustituye, entonces el lipocromo recupera su color original.
A partir de una larga serie de observaciones, he podido
notar un cambio de color, siempre que se
provoca e una mutación en el tipo ancestral, y la más drástica ocurre en el plumaje
de fondo claro.
Solo sobre fondo oscuro puede aparecer
un determinado color.
Siguiendo el hilo de la lógica, resulta
evidente el papel de los melanóforos en la producción de estas sustancias sin
olvidar que las células pigmentarias de las aves son altamente especializadas y
de usos múltiples y son capaces de adaptar su producción de acuerdo a las
peticiones del DNA.
Queriendo especular sobre su
naturaleza, no hay que pensar, sin embargo, que son como las melaninas
corrientes, sino algo diferente, como alternativa a las mismas.
Después de esta necesaria introducción,
volvemos al tema central continuando con la trayectoria histórica de lo sucedido
con el London.
Los criadores del pasado no han dejado a
la posteridad información útil sobre el origen de esta raza, y el hecho es atribuido
a envidias entre los aficionados y comerciantes.
El London es el resultado de
intervenciones sobre el Lizard.
Pienso que el London
es el resultado de toda una serie de acciones llevadas a cabo en el Lizard y
que apareció junto con otros grandes
ejemplares que fueron los precursores de las razas inglesas de gran tamaño actuales.
El recuerdo se pierde en las brumas del
tiempo y los últimos criadores que solo poseían el producto (los últimos
canarios) , pero no los fundamentos no fueron capaces de mantenerlo.
Sin embargo, un indicio fundamental ha permanecido en la
descripción del joven London, el cual se
parece al Lizard como otro Lizard, y por tanto, como conclusión lógica se puede
decir que el London proviene del Lizard.
Esta conclusión lleva a otra: si el London es similar al
Lizard, necesariamente tiene un fondo oscuro y no moteado, tal como
afirmaba una idea muy extendida, y sin
fundamento, vista la imposibilidad de
fijar firmemente la característica de unas plumas de color amarillo y otras de
color oscuro.
El hilo conductor de estas consideraciones nos lleva a la
cuestión crucial que hay que resolver: ¿cómo interpretar de manera correcta la
evolución o cambio del color en el London, en ausencia de casos similares en la
práctica diaria?
Sin embargo, estos ejemplos son comunes en la naturaleza,
pero ¿cómo justificar tal fenómeno en el canario, al margen de las
posibilidades resultantes de la hibridación?
Hipótesis inicial: el canario rojo se
encuadra en los requisitos del London.
De hecho, con estas premisas, es fácil
ver como se ha desarrollado mi proyecto del London, y como se insertaba
perfectamente por analogía en los programas establecidos para la búsqueda del
canario rojo.
Todas las tentativas de cruce con el
Cardenalito hechas hasta ahora han dado como resultado invariable el bronce, un
color bien diferente al del objetivo prefijado, es decir, un color claro y
brillante exento de pigmentos extraños.
Reflexionando cuidadosamente sobre los
resultados obtenidos me di cuenta que el London era un caso similar y que la
clave de su enigma se encuadraba en la hipótesis de la carotenoproteína.
He iniciado una larga exploración
durante bastantes años. He hecho todo tipo de hibridaciones con el Lizard, en
la misma línea que las realizadas en la antigüedad. Durante este camino, marcado
más por la decepción que por los éxitos, han surgido un montón de detalles muy importantes, que me
han permitido ver en su perspectiva adecuada la íntima dinámica del London.
El Lizard produce los pigmentos de un
modo diferente a los otros canarios.
El primero revelaba en el Lizard una
manera diferente en la formación del pigmento respecto a los otros canarios. De
hecho, en los canarios los pigmentos melánicos tienen su origen en los
melanóforos difundidos en las capas de la piel (de ahí su coloración oscura) ,
se absorben por el folículo y se concentran en las plumas.
El
Lizard nace con la piel clara y esta permanece, como consecuencia sus pigmentos se deben construir
dentro de los folículos, tal como resulta de un cuidadoso examen. Pero, la solución
de todo el misterio tuvo lugar a raíz de
la observación de que el Lizard estaba sujeto a una forma de despigmentación muy
sospechosa, que no es comparable con las ya conocidas.
Es realmente extraño que este
particular (es decir, la despigmentación apical), haya escapado a la atención
de muchos expertos que están siempre a la búsqueda de algo nuevo. Con el
descubrimiento de la despigmentación, se convirtió en humo, la tentadora idea
basada en la carotenoproteina: aquí estaba
la respuesta tan esperada. ¡Finalmente el enigma se resolvió!
(CONTINUARÁ)